Embarazo y Trabajo
El esfuerzo extremo en tus rutinas diarias, los deportes y hasta el trabajo pueden agobiarte. Pero la solución es simple, no es indispensable que abandones tu estilo de vida sólo debes modificarlo. Por otra parte, es favorable una reordenación de tu horario. Haz una lista de las faenas que te ocupan. Examina cuáles son prioritarias y cuáles no, entonces actúa en consecuencia. Y sobre todo, pide ayuda cuando tengas dificultades.
Precauciones en el trabajo
Una forma de combatir el agotamiento y enfrentarse al parto en condiciones óptimas es practicando algún entrenamiento de bajo impacto. Las mujeres deportistas podrán continuar sus rutinas de ejercicios porque sus cuerpos tienen suficiente resistencia y su sistema cardio-pulmonar así lo permite. Las embarazadas pueden efectuar una buena cantidad de deportes, siempre que estos no supongan riesgos de caídas fuertes como la equitación, montañismo, el esquí y el ciclismo de competencia. Están contraindicados los que supongan esfuerzos desmedidos como el fisicoculturismo o el tenis, además de aquellos que impliquen saltos bruscos como el aerobics.
Para todas las mujeres existen opciones recomendables. Sin duda alguna, la mejor alternativa es la natación, ya que el cuerpo al flotar pierde casi la mitad de su peso, lo cual contribuye a aliviar el dolor de espalda y las molestias en las piernas. Favorece la circulación y previene las varices.
A las mujeres sedentarias o que nunca han hecho ejercicios no se les aconseja comenzar durante la gestación, salvo la natación y de forma flexible. Prácticas como la caminata alrededor de 20 minutos diarios como mínimo, paseos en bicicleta, o gimnasia específica para embarazadas son eficaces.
La vida continúa y tus labores en la oficina también, no hay motivos de peso que te impidan dejar tus obligaciones profesionales, salvo alguna indicación de tu médico o si tienes un embarazo de alto riesgo. Durante estos primeros meses, no resultará en absoluto problemático a menos que se trate de un trabajo que exija una gran aptitud física, que signifique estar en contacto con sustancias tóxicas o corrosivas, en resumen, que sean tareas que supongan un peligro para la salud física y psíquica del bebé y de la madre.
Entre los productos químicos que pueden resultar perjudiciales para el embrión se encuentran: el alcohol (utilizado como disolvente en algunas compañías), el arsénico (empleado en colorantes), el benzol (en fábricas de pintura, tintes y lacas), fósforos (en la elaboración de cerillas y raticidas), mercurio (en fabricación de espejos, manufactura de termómetros, extracción de minerales), nicotina (fabricación de tabaco), plomo (en imprentas, fábricas de pinturas, esmaltes), y sulfuros de carbono (elaboración de gomas).