La música es terapéutica
Mucho se ha comentado sobre el poder curativo de la música y sus secuelas en el feto. Al parecer existe un «efecto Mozart» capaz de rehabilitar hasta las sorderas más complejas. Algunos institutos norteamericanos se han dedicado a estudiar la música terapéutica.
Los científicos consideran que los acordes de un violín o las composiciones para piano creadas por el prodigioso concertista austríaco, Wolgang Amadeus Mozart (1756-1791), producen resultados sorprendentes en el fortalecimiento del sistema inmune además de una sensación de bienestar, como consecuencia de la liberación de endorfinas.
La existencia prenatal de Mozart estuvo influida por sus padres. Ambos estaban comprometidos con la creación artística, que a la larga favorecieron el desarrollo neurológico y la sensibilidad auditiva del bebé.
¿Cómo escoger un sitio de enseñanza musical?
Los pequeños pueden aprender a «escuchar» música antes de su nacimiento y, luego, cuando estén más grandecitos pueden asistir a centros educativos para aprender a estimar las tonadas de una flauta, un piano o un violín. Para elegir el lugar adecuado es conveniente que reúnan ciertos requisitos:
Que el aprendizaje sea lúdico, activo y participativo, donde la improvisación y la creatividad estén presentes.
Que el niño se interese en la ejecución de algún instrumento para que forme parte de una orquesta, banda o grupo de cámara. Es importante que el pequeño domine las técnicas y sienta placer por la música.
Es necesario que los grupos de trabajo sean reducidos (15 alumnos como máximo por clase).
Que se organicen festivales donde los padres puedan conocer los avances de sus hijos.
Que se desarrolle una competencia sana entre los alumnos para que se sientan motivados a seguir mejorando. La rivalidad o enemistad si puede convertirse en un problema, por eso se deben evitar algunos institutos que favorecen un pensamiento único o una conducta modelo restrictiva.
Con respecto a la danza no hay que pedir al cuerpo posturas o movimientos imposibles. Existen peligros en adoptar posiciones que afecten la columna o practicar ejercicios que produzcan defectos difíciles de corregir.
Revise las credenciales de los profesores que imparten las clases de música o de baile. Es bueno saber que están preparados para lidiar con el espíritu infantil y que son capaces de enseñar sin gritar improperios o regañar sin herir la autoestima del niño.